8.8.11

Día 1

Hoy empieza una semana complicada.

Le hablé a la tarde, lo reconozco. Lo necesito. No puedo estar sin hablarle, sin saber que está haciendo, cómo se siente.

Pero si sigo siendo yo la que insiste no me voy a saberlo nunca. Si él puede darse cuenta. Si nota que ya no estoy a sus pies, si se da cuenta que me extraña, que no me ve y es él quien toma la iniciativa.

Mientras tanto tengo que seguir mi vida. Hacer planes. Hacer cosas para mí. No es solo cuestión de B. Yo también tengo que enfocarme en lo que me toca a mí. Preocuparme por mí. Quererme. Cuidarme. YO.

7.8.11

Inception

¿Cómo puedo saber lo que necesito? Por más que intente no logro encontrar la línea entre lo que puedo soportar y lo que termina siendo un peso. Entre lo que me hace realmente bien y lo que es tan solo un ingrediente innecesario. Entre las listas de pros y contras, cual se lleva el mayor porcentaje.

Me pongo a pensar y me cuestiono cuál es la realidad. Por un lado, ser feliz, ignorando aquellas cosas que me hacen mal, aquellas cosas que me faltan. Ignorando los llantos, los perdones, la falta de comprensión de la parte más profunda de mi ser, que sin embargo, en este punto, es fácil de ver. Una realidad en donde no importa quién va primero, o quién tiró la primera piedra. Importan esos pocos minutos donde estamos juntos y el resto del mundo desaparece. Donde podría quedarme años y décadas y milenios recostada a su lado, acariciando su cara, su pelo, sus manos. Esa realidad donde no puedo la sonrisa es dueña de mi cara, donde agradezco por tenerlo conmigo.

Pero después están esos momentos, aquellos pequeñitos donde las lágrimas intentan salir y la felicidad no los deja, y aquellos que son días como hoy. Una realidad donde siento la angustia comenzar a crecer dentro de mí, la palpito, la vengo venir. Trato de no pensar, pero no puedo. ¿De dónde viene? A veces pienso en el fracaso, me miro al espejo y me odio, me siento vacía, buscando la fuga en mi cuerpo, en mi cabeza, intentando saber por dónde se está yendo todo al carajo.

En este momento, estoy en otra realidad. Acepto que me hace feliz, no me olvido de las sensaciones, no me olvido de su cara, de su sonrisa, de las cosas dulces que me dice. No me olvido de la sensación de desaparecer. Pero en este momento son solo recuerdos, porque mi realidad es esta sensación de que me estoy equivocando, de que estoy dejando pasar las cosas que no quiero ver.

¿Es suficiente? Me refiero, ¿es suficiente estar enamorada de él en esos momentos, no es acaso conformismo? De repente me agobia que todo aquello que ignoro bombee fuerte en mi cabeza y se deslice por mis dedos como el cuerpo ardiendo de fiebre, intentando eliminar el virus. No me alcanza con esta felicidad. Al principio era una novedad, sentirme amada, estar enamorada, todo era y es maravilloso. Pero después las grietas se vuelven visibles. Yo estoy encima, yo intento vernos, yo lo vuelvo mi prioridad.

Y no se trata de que no me ame, que no me quiera ver o no me extrañe, yo soy consciente que me necesita tanto como yo. Pero B. vive la vida más ligera, día a día. Siente algo y lo realiza en el momento. B. necesita estar solo, necesita tiempo para él. B. tiene su propio mundo, uno solamente suyo. Y yo… A mí me encanta planear, me encanta imaginar, me encanta volar, vivir en mi imaginación y luego volverlo realidad. Me encanta la seguridad de una cuenta regresiva, esperar el día en que arreglamos para vernos. Y que sean varios. Él es parte de mi vida, soy incapaz de hacer algo sin pensar en él. Él es mi mundo, y eso es el amor para mí.

Con el tiempo se me hace evidente lo diferentes que somos en el amor. No hablo de amarnos, ni de cuando estamos juntos, eso debo remarcármelo y ponerlo a un lado porque sé que es la parte perfecta.

¿Cuál es el sueño y cuál es la realidad? ¿Puedo ser feliz con él, adaptándome al hecho de que debemos complementarnos en vez de ser iguales? ¿O puedo ser capaz de dejarlo, esperando que llegue la oportunidad de encontrar a otra persona y probarme que hay alguien que sea exactamente lo que yo necesito? Pero, ¿acaso estoy segura que eso es lo que necesito?

Me cuesta distinguir cual de mis dos realidades es el sueño y cuál es la que estoy viviendo. Si mi feliz idilio en el que ignoro las cosas con el tiempo me demostrará que esa es la forma de ser feliz, aceptándonos, reconociendo nuestras diferencias y gozando de ellas.

O si acaso en días como hoy, donde puedo ver las dos realidades, se debe a que estoy pasando mucho tiempo viviendo en un sueño, sin despertar a la realidad. Aquella en la que siempre viví, donde los príncipes no me encuentran tan fácilmente, y la felicidad no es amiga de mi corazón.