17.6.09

Multiple choice

A veces me pregunto si seré yo, o es algo que les pasa a todos.

Porque absolutamente todas las personas tienen otro yo escondido en lo mas recóndito de su ser, esos pensamientos que solo uno conoce, y que son imposibles de contar a nadie. Esas locuras que aparecen repentinamente, pasan volando y unos segundos después uno no puede creer lo que acaba de suceder. Cuando todo es silencio, ocurre el terremoto de ideas, todo se vuelve un caos y aquello que escondíamos para que el mundo no vea, se dispersa por nuestra cabeza como un tóxico gas desconocido.

Pero en mi caso, lo que últimamente me pregunto es si mi problema va mas allá de unos cuantos pensamientos, o si es algo que le pasa a todos y nadie se atreve a confesar.

Aprovechando mi anonimato, puedo confesarles que estoy empezando a creer que tengo un problema de múltiple personalidad. Hay un abismo demasiado grande entre un momento y otro, mis pensamientos, mi estado anímico, se metamorfosean en un clic. Parecen dos personas diferentes. Tres. A veces cuatro, y a veces es una muchedumbre que no puedo controlar.

Me siento bipolar, o una trastornada. ¿Acaso soy yo la freak o es algo comun? El problema es que no tengo ningún parámetro con el que compararme, porque nadie va por la vida con sus trapitos al sol.

Muchas veces me siento como si no supiera que es lo que siento realmente, como si no me terminara de conocer a mi misma. Mis pensamientos muchas veces no coinciden con mis acciones, y no porque sea una hipócrita, sino porque cuando la acción cambia, el pensamiento tambien.

Hay veces que soy mi propia enemiga, en mi cabeza hay una lucha constante, una contraposición de deseos e ideas. Todas influidas por la falta de voluntad, la falta de independencia, la inseguridad.

Como si en mi convivieran distintas fases de un proceso de cambio. Pero el cambio no llega a producirse, ya que todo ocurre a la vez. Desde el principio hasta el final.

Solo yo (cúal de todos?), puedo lograr la concentración.

¿Será que uno necesita hacer ese clic, llegar a donde se logra esa paz interior, donde uno se descubre a si mismos para poder encarar la vida de una manera coherente, con al menos una mínima idea de cómo enfrentarse a ella?



8

Yo no tengo una personalidad; yo soy un cocktail, un conglomerado, una manifestación de personalidades.
En mí, la personalidad es una especie de forunculosis anímica en estado crónico de erupción; no pasa media hora sin que me nazca una nueva personalidad.
Desde que estoy conmigo mismo, es tal la aglomeración de las que me rodean, que mi casa parece el consultorio de una quiromántica de moda. hay personalidades en todas partes: en el vestiíbulo, en el corredor, en la cocina, hasta en el W.C.
¡Imposible lograr un momento de tregua, de descanso! ¡Imposible saber cuál es la verdadera!
Aunque me veo forzado a convivir en la promiscuidad más absoluta con todas ellas, no me convenzo de que me pertenezcan.
¿Qué clase de contacto pueden tener conmigo -me pregunto- todas estas personalidades inconfesables, que harían ruborizar a un carnicero? ¿Habré de permitir que se me identifique, por ejemplo, con este pederasta marchito que no tuvo ni el coraje de realizarse, o con este cretinoide cuya sonrisa es capaz de congelar una locomotora?
El hecho de que se hospeden en mi cuerpo es suficiente, sin embargo, para enfermarse de indignación. Ya que no puedo ignorar su existencia, quisiera obligarlas a que se oculten en los repliegues más profundos de mi cerebro. Pero son de una petulancia... de un egoísmo... de una falta de tacto...
Hasta las personalidades más insignificantes se dan unos aires de trasatlántico. Todas, sin ningun clase de exepción, se consideran con derecho a manifestar un desprecio olímpico por las otras, y naturalmente, hay peleas, conflictos de toda especie, discuciones que no terminan nunca. En vez de contemporizar, ya que tienen que vivir juntas, ¡pues no señor!, cada una pretende imponer su voluntad, sin tomar en cuenta las opiniones y los gustos de las demás. Si alguna tiene una ocurrencia, que me hace reír a carcajadas, en el acto sale cualquier otra, proponiéndome un paseíto al cementerio. Ni bien aquélla desea que me acueste con todas las mujeres de la ciudad, ésta se empeña en demostrarme las ventajas abstinencia, y mientras una abusa de la noche y no me deja dormir hasta la madrugada, la otra despierta con el amanecer y exige que me levante junto con las gallinas.
Mi vida resulta así una preñez de posibilidades que no se realizan nunca, una explosión de fuerzas encontradas que se entrechocan y se destruyen mutuamente. El hecho de tomar la menor determinación me cuestra un tal cúmulo de dificultades, antes de cometer el acto más insignificante necesito poner tantas personalidades de acuerdo, que prefiero renunciar a cualquier cosa y esperar que se extenúen discutiendo lo que han de hacer con mi persona, para tener, al menos, la satisfacción de mandarlas todas juntas a la mierda.

- Oliverio Girondo, Espantapajaros -

No hay comentarios: