Motivos para no enamorarse

Tengo muy buena memoria para recordar personas, y caras, aunque no tanto nombres. Es así que también recuerdo ciertas situaciones, vaya uno a saber porque mi subconsciente elige esas imágenes de hace tantos años para guardar en mi memoria.
Recuerdo tener 5 años, y estar en el jardín de infantes. Conformábamos una sala casi toda de nenas, solamente 3 varones. Uno de ellos, el rubiecito perfecto, un nene de esos que ves en las propagandas comiendo un bizcochuelo, era del que todas estábamos enamoradas.Y él, pícaro y astuto a sus 5 años, aprovechaba de su situación como un Don Juan.
Tal era el enamoramiento que teníamos, que hacíamos una fila larga, para que él eligiera a su novia del día, o de la semana. Nos íbamos turnando entre todas, para ser su novia.Me acuerdo el día que me había tocado a mi, yo estaba tan feliz..!
A la hora de la siesta, nos agarramos de las manos acostados en nuestras colchonetas, y yo, que generalmente aprovechaba esa hora para charlar sin parar, me hice la dormida para que no pudiera soltarme la mano, o en cualquier caso, agarrársela mas fuerte si intentaba soltarse.
Es asi que muchos años después, de vez en cuando me venia su imagen a la memoria. Me preguntaba como seria ese chico a los 12 años, seguramente convertido en el galancito por el que todas morían. Lo recordaba con dulzura, esperando reencontrármelo, a aquel pícaro del que me había enamorado a tan corta edad. No me cabía duda de que al verlo me derretiría de nuevo y terminaría enamorada como una infanta.
Cuando entre a mi nueva secundaria... grande fue mi sorpresa al verlo. No pude dirigirle la palabra. Me quede atónita.
No pude reconocerlo. Ese chico que yo esperaba encontrar, alto, rubio, musculoso, aquella imagen que yo había creado con la suma de mis recuerdos y la imaginación, no podía ser mas distinto. Gordito, petiso, con la cara de una papa.
Creo que debería haberme dado cuenta de mi problema en ese entonces. Al primer signo de enamoramiento que sufro, mi imaginación comienza a volar a la velocidad de la luz. Los engranajes de mi cabeza no paran de trabajar, y comienzo a imaginar todo tipo de situaciones.
Si lo pienso, siempre estoy enamorada del mismo chico. Uno que no existe. Porque cada vez que me enamoro, y creo que a muchas les pasa, idealizo al chico en cuestión. No pienso en él como realmente es, sino como lo que yo quisiera que fuera. Elaboro situaciones a futuro, que nunca van a pasar, sino con algún personaje creado en mi imaginación.
Por eso siempre vuelven mis viejos amores a mis pensamientos. Porque en realidad siempre es el mismo. Aquel príncipe azul inventado, con la imagen del chico del momento. Siempre el mismo príncipe, haciéndome las mismas morisquetas, realizando las mismas tretas para conquistarme, susurrándome las mismas palabras. Siempre el mismo, con otra cara, otros ojos, en otro cuerpo.
Tal vez yo crea que esta vez es diferente. Que me estoy enamorando de lo que es él en realidad. Pero cuando me doy cuenta que es inalcanzable, y estoy recostada en mi cama antes de dormirme, vuelvo otra vez a retroceder el tiempo, a cambiar situaciones, momentos y personas, a crear otra vida paralela a la vivida, donde mis amores pasados son la imagen y semejanza de mi príncipe azul inventado.